“Si cuando yo probé, me hubieran dicho cómo me iba a pegar, no consumía”

04/06/2019


“Si cuando yo probé, me hubieran dicho cómo me iba a pegar, no consumía”

La falta de información pública y de políticas de Estado claras sobre el consumo de drogas sintéticas son un peligro para los jóvenes de entre 18 a 25 años de la ciudad de La Plata. Desde el testimonio de consumidores y especialistas en torno a la temática establecida, sumado a datos estadísticos, buscamos echar luz sobre un problema que hoy afecta a un sector de la población de nuestra localidad.


“Si por parte de algún organismo del Estado se difundiera, o te dieran al menos un folleto, se despejarían un montón de fantasmas, que lejos de aumentar el consumo, lo que harían sería tranquilizar a los consumidores y desasnar a los que quieren probar. Capaz que si cuando yo probé, me hubieran dicho cómo me iba a pegar, no consumía”, confesó Javier Soave, quien tiene 29 años, es estudiante de bioquímica en la Universidad Nacional de La Plata y no se avergüenza al confesar que consume drogas desde hace diez años.

A su vez, Javier recordó que “la primera vez fue cuando tenía 19 años. Había llegado a La Plata y vivía en una pensión, mis amigos de ahí me dijeron si quería probar y sin ninguna duda acepté. Siempre que puedo consumo alguna droga de diseño”.

La Secretaría de Programación para la Prevención y la Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR) define a las sustancias de diseño como drogas que están conformadas por componentes químicos (no naturales) también denominados sintéticos. Generalmente son derivados de las anfetaminas, entre las que se encuentra el Éxtasis, las Metanfetaminas, el LSD, las Catinonas sintéticas, las Fenetilaminas y el Popper.

Por otra parte, Joel González, de 21 años, es un estudiante universitario, y contó que consume la noche antes de ir a una fiesta, ranchando con amigos, o simplemente para aprovechar el día de otra manera. “Es por una cuestión social que lo hago”, admitió Joel y luego agregó: “no por una cuestión de permanecer en un grupo de amigos, sino por charlas frecuentes y curiosidad”.

Javier y Joel forman parte del 16% de los jóvenes que, mediante una encuesta realizada entre ochocientos chicos y chicas de 18 a 25 años por nuestro equipo de investigación, confiesan consumir drogas de diseño sin tener información oficial por parte de las instituciones públicas de salud de la ciudad de La Plata. 

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“La música te incentiva a consumir. La electrónica no tiene letras de canciones que te ordenan hacer algo, como por ejemplo ‘mové el totó’, a lo sumo te dicen ‘close your eyes and imagine the world without gravity’. De esta manera la producción musical, las personas y el ambiente te llevan a probar y consumir diferentes drogas de diseño”, relató Juana Nieri, de 22 años, estudiante de Periodismo.

Según la toxicóloga María Eugenia Alcántara (MP 54246), miembro del Hospital Interzonal Especializado en Toxicología y Salud Mental de la Provincia de Buenos Aires: “Estas sustancias alteran la percepción y esto produce un cambio en los colores, sonidos, alucinaciones. Por eso son adictivas, porque producen placer”. Además, asegura que afectan el organismo en general y otras partes, como el corazón, los músculos, los riñones y el hígado.

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“Hay que tener cuidado, porque cuando una droga se vuelve moda, por catalogarlo de alguna manera, se empieza a perder de vista los efectos que tiene y te puede hacer mal. Hay muchos adolescentes que hoy consumen creyendo saber cómo manejar cada situación, y no es así, y después pasan tragedias como la de la Time Warp, y se alimenta el prejuicio hacia estas drogas”, opinó Javier.

En la Subsecretaría de Determinantes Sociales de la Salud Física, Mental y de las Adicciones, perteneciente a la Provincia de Buenos Aires, que recibe $1.078.778.694 según el Presupuesto General Ejercicio 2018, los empleados aseguran no contar con información acerca de las drogas de diseño. El jefe de prensa de la institución, Gustavo Bezzolo, informó: “Acá no hay folletería acerca de drogas porque desde hace unos años se comenzó a hacer más hincapié en la persona, su estado psicológico y sus derechos, que en la sustancia en sí. Es decir, que ahora ya no se explican las consecuencias de una droga, sino que se tratan directamente de ayudar a la persona y hacer foco en eso”. 

A su vez, la toxicóloga Alcántara contó que no realizan campañas de prevención de drogas, excepto en colegios que lo requieren específicamente, donde informan de todas las sustancias en general. 

Frente a la falta de un tratamiento específico y a la casi nula información presente a nivel estatal, las personas responden sus interrogantes acerca de las drogas sintéticas a través de blogs (cuya procedencia y credibilidad muchas veces no son las mejore) y asociaciones civiles que se encargan de paliar a través de sus proyectos la ausencia de políticas públicas.

PAF! Una cachetada al mal viaje, es un proyecto que pertenece a Intercambios, una Asociación Civil dedicada al estudio y la atención de problemas relacionados con drogas, y que desde el año 2017 hace intervenciones de reducción de riesgos y daños en el consumo de sustancias. Las mismas se llevan a cabo en distintos espacios nocturnos en diferentes distritos del país, tales como Buenos Aires, Bariloche, Mendoza, y Rosario. A su vez, difunden todo tipo de información para consumir responsablemente y evitar intoxicaciones, e instalan stands de hidratación, relajación y primeros auxilios para quienes lo necesiten en eventos de carácter masivo, como son las fiestas electrónicas, los festivales y conciertos. 

Adrian Pietryszyn, politólogo y especialista en comunicación institucional, explicó: “Si el Estado trabajara una política sanitaria sobre reducción de daños, sería asumir que el consumo de esas drogas prohibidas existe, lo cual sería una gran contradicción. Ahora que tenemos un gobierno que ha reforzado mucho la cuestión punitiva, la persecución es hacia los consumidores”. 

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Los centros de salud pública de la Provincia de Buenos Aires carecen de información acerca de las drogas de diseño. En estos espacios se habla de sustancias de manera general y solo brindan datos a aquellos que los requieren expresamente, por lo que promueven el alejamiento de la sociedad con el Estado. A raíz de esto, los ciudadanos se ven obligados a buscar información en otros sitios, los cuales no siempre están verificados por profesionales.

En palabras de Juana: “Hay un montón de desinformación acerca del tema. Si hubiera sabido por medios oficiales, no habría tenido tanto miedo”. 

El gobierno y las instituciones de salud públicas tienen la obligación de promover, planificar y comunicar políticas que informen a la sociedad acerca de estas nuevas sustancias psicoactivas de diseño, ya que sin ningún tipo de prevención, su consumo puede convertirse en una problema de carácter masivo.

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